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Mala hierba

Cuando te muestran fotos o vídeos de la selva con sus hermoso paisajes llenos de vida, todos quisieran estar allí; sin embargo, vivir alli en forma permanente es otra cosa. Para vivir en la selva debes aprender que no todo es color de rosa, debes aprender a que tus planes del día perfecto se pueden ir al tacho de repente, porque a la lunática naturaleza se le ocurrió hacer llover por 8 horas seguidas sin tregua alguna, debes aprender que cuando salgas al campo hay que tener cuidado de que no te pique algún insecto, tarantula o serpiente venenosa que te lleve derechito al hospital más cercano, que por estos rumbos están a más de 2 hora de viaje, además debes aprender que ya no vas a darle a tu estómago sus gustitos en Bembos, KFC, Mc Donald o Don Belisario (qué rico se come en este último...Uhmmm...), en fin un sinnúmero de cosas a las que debes renunciar o en el mejor de los casos reemplazar por su versión local. Justo hoy día sucedió algo que me hizo reflexionar sobre todo esto y me animo a escribirlo para no olvidarlo. Estaba en el patio de la casa donde vivo; si esa casa donde había un árbol de zapote (para los que desconocen es una fruta muy agradable siempre y cuando comas solo una) el cual lo cortaron miéntras yo dormía la mona (leer mi primer post); bueno continuo, estaba limpiando unos cajones polvorientos y al ponerlos en la maleza para que se sequen al sol, sentí entre mis brazos una especie de pinchazo rápido, al revisarme no encontré nada extraño, así que seguí con mis labores; a los 15 minutos sentí una comezón y al mirar mis brazos de nuevo ví que estaban tan rojos como si los hubiera dejado al sol por horas, al tocarlos sentí como si mil agujas se me clavaran en la piel, el dolor se fue haciendo cada vez más insoportable, así que intente hecharme agua pero fue como si echara gasolina al fuego, probé con jugo de limón y eso si me hizo ver estrellas, luego probé con alcohol y ahí fue cuando derrame mis primeras lagrimas. No quería ir al hospital (ya les comenté que está a dos horas e viaje) así que llame a mi amigo farmacéutico y me recomendó que le aplicará alguna crema antiinflamatoria y por suerte tenía una por allí olvidada, gracias a Dios eso calmo mi suplicio. Cuando busque que es lo que había provocado esa reacción encontré entre la maleza una planta muy común en esta zona y que le llaman "ortiga" una mala hierba que al mínimo contacto produce los efectos sufridos por su servidor, ahora recuerdo las recomendaciones de mis alumnos cuando caminaba por el campo: "cuidado profe toque la ortiga" y yo ni caso les hacía; de verdad que es una hierba muy pero muy mala.

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