La primera vez que ví un videojuego fue cuando tenía cuatro o cinco años; a mi primo le habían regalado una pequeña consola de juegos que tenía el famoso Pacman, si ese de un hambriento círculo amarillo que comía círculos, frutas y fantasmitas. Aclaro que solo lo ví, pues mi primo y sus amigos adolescentes jugaban mucho con esa consola pero yo no sabía cómo hacerlo y no era tan divertido como jugar con mis soldados y autos de plástico. Más tarde cuando estaba en la escuela primaria mis amigos y yo aparte de jugar los clásicos juegos del recreo salíamos apresurados para ir a la casa de un señor que alquilaba el hoy ya extinto Atari una consola con varios juegos tan ridículos, pero que en esa época era lo mejor que habíamos visto. Luego llegaría el maxplay, el nintendo y el Super nintendo, además de las cabinas con consolas tipo las que hay actualmente en los centros comerciales donde uno juega insertando monedas a la máquina. Sin mentir, pase mi infancia y adolescencia siendo testigo de la evolución de estos juegos, sin embargo también crecí con la última generación de niños que salían a la calle a jugar esos maravillosos juegos que no necesitaba una conexión a internet ni energía eléctrica para iniciar, como las escondidas, la pega, matagente, canicas, cometa, trompo, etc. Cuando salí de la universidad intenté buscar esos juegos de infancia, los cuales fueron a veces motivo que me tirará la pera para ir al un centro comercial y pasar horas frente al televisor, me encontré con juegos nuevos, algunos para jugar en red y lo peor en formato 3d, algo que hasta ahora me provoca mareos al intentar jugarlos. Realmente creo que mi generación fue el eslabón perdido entre lo niños que solo conocieron los juegos de la calle y el televisor, y aquellos que viven en el mundo de los juegos en red, el internet y las redes sociales. Hoy ya adulto y a punto de cruzar la barrera de los cuarenta comprendo que me todo vivir en un mundo donde la tecnología se impuso poco a poco hasta el punto que la necesitamos para jugar, para divertirnos y hasta para comunicarnos. Que tiempos aquellos..Hasta la próxima.
Blog para los adeptos a perder el sueño
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